A VENDIMIAR

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¡Mama,mama,que dice mi tía que si me dejas ir con ellos a vendimiar!

-Tienes que ir a la escuela...,mañana es viernes.

-Y el sábado...¿me dejarás?.

-Si te portas bien sí.

-¡Que sí,tía,que me dejan...!

Desde ese momento ya no viví,pensando en el sábado.

Hubo que madrugar un poco,pero no me importó...,ya estaba preparado el carro con los abríos,mis primas,mi tía y yo nos montamos en él como pudimos,agarradas a los roscaderos,y mi tío iba delante enseñando el camino.

Mientras los mayores vendimiaban me estuve jugando a las casicas,con las piedras que recogí en el Arba ,que pasaba por allí mismo.

Lo mejor vino a la hora de comer,pusimos los capazos boca abajo para sentarnos,extendimos la servilleta en el suelo y mi tía sacó el companaje,una buena ensalada de tomate con olivas y sardinetas de lata,una fritada de calabaza con bacalao y carne empanada,para postre... un racimo de uvas recién cogidas...riquísimas.

Por la tarde me entretuve por el Arba,mojándome los pies y cogiendo ranas.

De vuelta para casa ya estaba rendida,mis primas me contaban historias para que no me durmiera,como la de Abundio,que era tan tonto, que iba a vendimiar y se llevaba uvas para postre.

Así,riéndonos de Abundio,fuimos llegando a casa,y creo que del carro fui directa a la cama,muerta rendida.

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